eo en un cuaderno que rescato unas anotaciones del 3 de marzo de 2020: 80.151 casos de covid confirmados en China, 11.152 en el resto del mundo, 120 en España. Ese mismo día, ya a las 21.00 horas, la cifra en España sube a 151 casos y un fallecido. Rellené desde entonces bastantes hojas de varios cuadernos con toda clase de datos, cifras, porcentajes y estadísticas varias. En un principio me ayudaron a convertir aquello en algo medible, aunque poco tardé en darme cuenta de que la realidad y las cifras poco tenían que ver a veces. Hace meses que ya no anoto nada, a pesar de que desde hace más de un año la relación entre realidad y cifras es mucho más alta. No anoto, pero aún una de las primeras cosas que hago por las mañanas es ver la tabla del día con los positivos del día anterior y luego esperar unas horas hasta que Salud Navarra ofrece los nuevos ingresados, la positividad, etc. Para mí mi normalidad comenzará cuando ya no mire eso y cuando no me dé un respingo el culo si pasamos, como ayer, de los 30 positivos por vez primera en semanas. Esa será una de mis mayores normalidades, aunque celebre -y mucho- las que favorecen al resto de la sociedad en todos los niveles -hostelería, aforos, colegios, ciudadanos de a pie, etc, etc-. Porque es obvio que para cada cual la normalidad era una cosa distinta antes y ahora va a ser también diferente y que, esto es una perogrullada pero hay que decirla, la normalidad no solo es la actividad exterior que puedes llevar a cabo sino tu situación interior, las heridas, miedos, ansiedades y rarezas que todos estos meses eternos nos han dejado a cada uno. Eso va a costar más tiempo darle carpetazo que al simple hecho de apoyarte en una barra. Confío en que todos y todas vayamos cruzando los meses cada vez mejor y que, por supuesto, mirar cifras sea tan innecesario como poco o nada peligroso lo que emane de ellas.