stoy mirando el ordenador. Reviso los registros que marcan los ríos cada 10 minutos en la página de aforo de los ríos de Gobierno de Navarra, paso a la CHE, compruebo las pluviometrías, los niveles de los embalses cada hora, los mapas de precipitaciones que me enseña Meteociel Francia o el Kapildui, contemplo las fotos que sacan los ciudadanos de medio Navarra con ríos desbordados, coches inundados, pienso en mi casa del pueblo, que seguro que cuando baje la riada habrá que ir a mirar si le ha entrado el río, que es probable, vuelvo a mirar los datos, más fotos, más avisos, más cifras de decenas y decenas y centenares de litros de agua y nieve que han caído en los últimos 20 días. Observo el desastre enorme que puede ocasionar la naturaleza y no puedo sino sentir una profunda tristeza, por todas aquellas personas que se han visto afectadas en mayor o menor medida por esto y por el enorme esfuerzo que va a haber que hacer a partir de ahora para recuperar la normalidad, si es que en 2021 podemos hablar de normalidad. Las tres nevadas madrugadoras de final de noviembre y primeros de diciembre y este volumen de precipitaciones inusualmente elevado y persistente han formado un cóctel explosivo del que no se ha salvado prácticamente ningún valle de Pamplona hacia arriba y que a partir de ayer mismo ya estaba afectando cuando menos a los cauces de Pamplona para abajo. Ha sido una bomba de relojería histórica y cuando miras por la ventana y compruebas que sigue lloviendo y que son las 11 de la mañana del día 10 de diciembre y que Pamplona acumula ya en 9 días y medio 180 litros de agua por metro cuadrado comprendes qué ha pasado. Es ya el 9º mes más lluvioso en la capital en lo que llevamos de siglo XXI, en apenas 9 días y medio. Así que arriba muy parecido. Es descorazonador. Ánimo a todos los afectados ante unas riadas históricas en muchos puntos de Navarra.