arece bastante sensato lo que pretende la Consejera de Salud del Gobierno de Navarra, Santos Indurain, en relación al proceso a seguir y a las fechas más indicadas para empezar a ir eliminando la obligatoriedad de la mascarilla en espacios interiores. Comenta Indurain que lo más lógico es hacerlo todas las comunidades a la vez y en a ser posible idéntica línea, hacerlo tras el mayor movimiento de Semana Santa y tener especial cuidado en lugares donde puedan encontrarse personas vulnerables -espacios sanitarios y sociosanitarios- y, según la consejera, “lugares donde es más fácil el contagio, como es el transporte”. En esto último no estoy de acuerdo. En el transporte es igual de fácil o no fácil el contagio que en un bar, un restaurante, un gimnasio, un pabellón o un cine. Cosa distinta es que a esos lugares se puede optar o no por ir y en cambio tú el transporte público muchas veces lo utilizas porque es tu medio habitual de moverte y por que no tienes otra manera de hacerlo, pero no es un lugar ni muchísimo menos que se haya asociado en estos dos años con brotes o con contagios, básicamente también porque el 99% de los usuarios de transporte público apenas abren la boca en los trayectos. Habrá que afinar, por tanto, mucho dónde y cómo se mantiene la obligatoriedad de la mascarilla, porque estando de acuerdo en que hay que apoyar a las actividades socioeconómicas que se han visto más afectadas por la pandemia no podemos olvidar que hay ciudadanos que están ya saturados de mascarillas, obligaciones y diferencias que no deberían ser tales. La eliminación de la obligación va a separar a quienes la van a seguir llevando -muy respetable y entendible- por precaución de a quienes no y con eso, con toda la prudencia del mundo, debería de bastar en todos los ámbitos, excepción hecha como dijo Indurain de lugares en los que haya personas vulnerables.