hoy votarán en el Pleno del Ayuntamiento la nueva Ordenanza del Euskera de Pamplona que viene a sustituir a la vigente que tiene ya 22 años. A la oposición no le gusta y vemos como vuelven al ataque con el ripio de siempre: obsesión de Asiron, imposición y obligación.

Nada nuevo. “Sólo un 2,9% de la ciudadanía habla euskera” dicen, pero sin explicar que esa cifra es el resultado de una medición basada en la escucha de conversaciones en la calle. Que en ese momento y en esos puntos de la ciudad sólo el 2,9% de las conversaciones fuesen en euskera no quiere decir que sólo el 2,9% conozca la lengua. De hecho, la última encuesta sociolingüística dice que en la ciudad el 10,5% de la población es bilingüe; el 25% entre los jóvenes.

Que la Administración y las empresas que trabajan al servicio de la ciudadanía tengan en cuenta las dos lenguas propias de la ciudad a la hora de ofrecer sus servicios es lo más normal del mundo en nuestra Europa plurilingüe. Lo demás son aldeanadas. Pero bueno, ¿qué puedes esperar de unos concejales que se quejan porque un programa didáctico dice que el euskera es lengua propia de la ciudad desde sus orígenes “sin evidencias científicas” porque entre los grafitos de época romana encontrados en las excavaciones “no había ninguno en euskera”? Es sabido que el euskera se ha hablado a lo largo de la Historia, pero que, hasta ahora, los que escribían, la minoría formada por las clases altas, lo hacían en latín y otras lenguas. De todas formas no me cuadra pedir evidencias científicas y después quejarse porque no se explican cosas como que los pamploneses lograron librarse de la peste llevando en procesión el símbolo de las cinco llagas de Cristo y la corona de espinas.