¡Qué cosas estas de la política! Tener que estar esperando a que Pedro Sánchez llame desde Madrid a la señora Chivite para decirle para dónde tiene que inclinarse es bastante desesperante.

Ni siquiera el baile del último parlamentario ha sido decisivo para inclinar la balanza a un lado u otro. Imagino que en Ferraz las calculadoras estarán echando humo viendo si les conviene más arrimarse a Ciudadanos cediendo Navarra a la Suma o si prefieren el apoyo del PNV para la investidura de Sánchez.

La verdad es que si las fuerzas del cambio, todas o algunas por lo menos, consiguiesen llegar a un acuerdo con el PSN, algo se salvaría, como el programa Skolae y algunas de las medidas en temas de políticas sociales, igualdad, euskera, memoria histórica...

En lo que se refiere a Pamplona parecía inevitable que Maya volviese a ser el protagonista de la procesión en la calle Curia, pero todavía no está todo decidido. Si los socialistas llegasen a considerar que aceptar los votos de Bildu no es pasarse de la dichosa línea roja, y Asiron y su equipo apoyasen esta opción frente a la derechona rancia, se podría hacer un Balduz y la señora Esporrín podría cumplir su sueño de ser alcaldesa, (salvando las distancias entre lo mucho que hizo Balduz para esta ciudad y lo que aporta Esporrín, claro).

Es evidente que el señor Maya arde en deseos de entrar con la excavadora, al más puro estilo Barcina, y llevarse por delante la amabilización, la Ordenanza del Euskera y a Catalina de Foix, todo eso antes de almorzar. Luego me imagino que seguiría por Geltoki y las zonas festivas de la plaza de la O y Recoletas en San Fermín y luego, las líneas de euskera de las escuelas infantiles?

En fin. Pedro, ¡llama ya!