eo que un japonés se alquila para "no hacer nada" y termina inundado de solicitudes. Shoji Morimoto, de 37 años, empezó hace dos años y medio a ofrecerse de manera gratuita como persona que puede "comer y beber, y decir comentarios simples, pero no hacer nada más" y visto el éxito de su propuesta, ahora cobra unos 100 dólares por servicio. Básicamente le contratan para hacer bulto, pasear o completar partidas de cartas, y sobre todo, para escuchar a gente con necesidad de hablar. Suena un poco raro, pero la necesidad de no sentirse solo, o de demostrar que no se está solo, es fundamental. No olvidemos, sin ir más lejos, que el oficio de las plañideras es uno de los más antiguos del mundo y que hoy en día vuelve a repuntar, ofreciendo incluso sus servicios a través de internet.

Y esto pasa a cualquier edad. Los más jóvenes inundan las redes sociales buscando gente con la que compartir cosas. En la plataforma Twitch, por ejemplo, en la que se hacen sesiones en streaming, los chavales quedan con desconocidos para jugar online, pero también para oír música o estudiar juntos. Cada uno en su casa y después un descansillo de diez minutos para hablar un poco y vuelta a los libros. Y la cosa no para: a más soledad, más negocio. Hacen furor los asistentes virtuales de voz que en teoría están ahí para ayudarnos en nuestras tareas. Hay muchos en el mercado: Microsoft tiene Cortana, Google tiene Google Home y Apple tiene Siri y HomePod. Pero, por ahora, Alexa de Amazon es la más popular. Cada vez son más los que la definen como "su nueva mejor amiga", "parte de la familia" o "alguien a quien hablar cuando uno vive solo". ¿Quién se puede resistir a su compañía, aunque resulte un poco fría?