l asunto de la macrogranja de vacas de Caparroso huele tan mal como el estiércol, los purines, el metano y los nitratos que genera. Según Greenpeace, tienen más de 5.000 animales presos, aunque sólo tienen permiso para 3.450. Las pobres vacas están metidas cada una en una especie de pequeña tienda de campaña, de la que no se pueden mover. Todas organizadas en filas. Las imágenes aéreas que ha difundido la organización ecologista nos traen a la cabeza un gran campo de refugiados. ¿Cómo es posible que este engendro que contamina la atmósfera, la tierra y el agua de toda la zona, que maltrata de esa manera a los animales, que revienta el mercado de la leche de toda la comunidad, que acaba con centenares de pequeñas explotaciones y que encima tiene 19 procedimientos sancionadores abiertos, reciba el respaldo de los tribunales para duplicar el tamaño de la explotación?

El Gobierno de Uxue Barkos intentó cortarle las alas con un decreto foral, pero los tribunales lo han tirado diciendo que no hay fundamento suficiente para apreciar un "incuestionable e inminente riesgo medioambiental" y que no se puede limitar el tamaño porque sería ir contra la libertad empresarial...

El Ejecutivo navarro no ha tenido ahora más remedio que tragar y dar luz verde a la ampliación. Es desesperanzador ver la poca capacidad legal que tienen las instituciones frente a los grandes mercados, a pesar de las declaraciones estatales y forales ante la emergencia climática y ambiental.

A este paso lo que les vamos a dejar a la next generation va ser un territorio degradado, empobrecido y al servicio de los señoritos que controlen los mercados globales.