l martes se cumplieron 25 años desde que ocho miembros del Grupo Solidari@s con Itoiz cortaran con una rotaflex los blondines de acero que transportaban el hormigón hasta la presa, dejándonos a todos con la boca abierta. Todo sucedió apenas un mes después de que la Audiencia Nacional decretase que el pantano era ilegal, al tiempo que imponía una fianza multimillonaria inasumible para paralizarlo, por lo que siguió adelante. Como consecuencia del sabotaje las obras se detuvieron durante ocho meses, pero pasado ese tiempo los trabajos se reanudaron, se terminó el pantano, se llenó y sus aguas se tragaron nueve pueblos y tres zonas protegidas. Los solidarios fueron detenidos y encarcelados durante dos meses y en un juicio ejemplarizante fueron castigados a cuatro años y diez meses de prisión y a multas de 500.000 pesetas. Además hoy en día siguen pagando en incómodas mensualidades los dos millones de euros que les impuso el Estado en concepto de responsabilidad civil. Un cuarto de siglo después siguen teniendo sus nóminas embargadas.

A pesar de todo ello los solidarios hacen una lectura positiva. Se sienten orgullosos porque aunque su lucha, como casi todas las demás, también se intentó criminalizar siguiendo el mantra de todo lo que se opone al sistema es ETA, consiguieron demostrar que la desobediencia civil no violenta es una alternativa cada vez más poderosa. Lo mismo que pasó con el movimiento de insumisión. En esta batalla no consiguieron parar Itoiz, ni el recrecimiento de Yesa, aunque sí lograron que otros 120 proyectos que estaban incluidos en el Plan Hidrológico Nacional quedaran paralizados y, sobre todo, que la conciencia medio ambiental se extendiera cada vez con más fuerza en nuestra sociedad.