urante los últimos meses se ha notado un cierto tremor en la zona de la Plaza del Castillo. Algo se estaba cociendo, se estaba moviendo bajo tierra y, al final, el viernes pasado comenzó la erupción. Ese día abrió sus puertas el nuevo local de la asociación Laba (lava, en euskera). El cráter del volcán está situado en los porches de la plaza, al lado del Hotel La Perla y se prevé que su aporte lávico va a ser considerable. El magma que ahora sale despedido a la superficie está compuesto por un montón de jóvenes con ganas de hacer mil cosas en euskera. La colada principal, de hecho, es la que forman grupos de música, de teatro, de danzas, bertsolaris, gente que escribe libros, que los edita, periodistas... Y a ésta se suman otras paralelas como las compuestas por gente con experiencia en esto de empujar al euskera hacia adelante o los socios que hacen su aportación económica.

La lava avanza poco a poco y se prevé que próximamente forme una nueva fajana en el exterior del local, a modo de terraza para la degustación de productos artísticos e ingeribles, tipo bebidas y comidas.

El movimiento sísmico que está provocando este nuevo volcán pronto podría alcanzar una elevada intensidad en la escala de Richter de la sociedad pamplonesa. Es de esperar que las emisiones de sus piroclastos lleguen de manera especial a todas esas chicas y chicos que estudian en euskera, pero que creen que esta lengua no puede valer para nada divertido.

Al parecer las emisiones de gases están resultando especialmente tóxicas para los euskarófobos, que odian tener que escuchar todas esas palabras en euskera que viajan por el aire como partículas en suspensión. Paciencia, amigos, porque el reservorio magmático parece ser muy considerable.