toda sociedad plural se halla siempre en un permanente tira y afloja entre sus sectores más reaccionarios y conservadores, y los otros tirando a progresistas y un poco más solidarios en teoría. Unos se aferran al pasado porque lo consideran confortable y seguro. Los otros creen que hay que cambiar algunas cosas para que el futuro sea más justo y mejor. Ambos sectores quieren el poder y cuando lo obtienen intentan que se note. Y suelen conseguirlo fácilmente, como bien sabemos. Cada cual a su estilo. En cualquier caso, el tiempo pasa y el mundo no se detiene (por mucho que se esfuercen algunos forzudos). Pero bueno, aquí ya huele a San Fermín. Ya han instalado el vallado. Por cierto, algún día habrá que empezar a pensar un poco en serio en esto de los toros. Todo lo que rodea el mundo del toro se ha politizado mucho últimamente. Se dice que los toros son un símbolo de España y que representan lo más auténtico de nuestra cultura y nuestra identidad nacional, pero en una encuesta de hace justamente un año, el 52% de los españoles se manifestaba a favor de que se prohibieran ya. Los toros como asunto político ya no son un fenómeno popular sino la marca y sello de la derecha. Tanto el PP como su apéndice tumefacto recién extirpado han hecho de los toros un símbolo de patrioterismo y se han empeñado en apostar fuerte por esa idea frente a las reivindicaciones animalistas. También la realeza española ha optado por empujar en esa misma dirección. Todo es un tira y afloja. Ignoro si las peñas pamplonesas se han planteado o no este tema. El día que lo hagan tendrán el poder en su mano. Bastaría con que alguna de ellas dejara de ir a la plaza y organizara una merienda alternativa por ejemplo en el río para que se iniciara el cisma. Yo lo estoy deseando, claro: soy así. Y sé que llegará algún día. La pregunta es cuándo, porque me gustaría verlo.