abía pensado dedicarle una columna a Maya, a propósito del viejo y entrañable asunto de la avenida de Pío XII y toda esa juerga interminable con las plazas de aparcamiento y el carril-bici. Quería referirme al tema con respeto y admiración, pero nada. Al final, no lo voy a hacer. Me da pereza. Prefiero hablar del noble juego del ajedrez inventado en la India hace cientos de años. Y ¿por qué? Pues porque a mí el ajedrez, queridos amigos y vecinos, me ha gustado siempre. En serio. Yo he jugado mucho al ajedrez. Sobre todo en Sanfermines. Ahora te hago un gambito de dama, ahora me enroco. Qué recuerdos. Pero no soy el único, claro. Aquí a la gente le chifla el ajedrez sanferminero. ¿Acaso alguien no sabe que en este pueblo es verdadera devoción lo que sentimos por el ajedrez? ¿Sobre todo si es online? Pues ya lo sabe. Las peñas están supercontentas, creo. Ya lo decía la canción: en Pamplona por San Fermín que se coma el caballo al alfil. Y hablando de caballos, lo de la hípica también mola, ¿no? Paseos a caballo, carreras, saltos: ahí hay un filón. Y mucha variedad. El caballo, noble animal. El ajedrez, noble juego y el caballo, noble animal, qué risa. Qué noble todo. En fin, solo quería añadir que, después de todo, resulta bonito que el alcalde haya decidido no desmontar el carril-bici como, tal vez con un exceso de apasionamiento, había afirmado que haría. ¿Os acordáis? Tampoco hace tanto, ¿no? Hubo un poquito de bronca con el tema. Pero bueno, ya pasó todo. Las bicis están ahí y se van a quedar. Al final es maravilloso comprobar que se ha sabido rectificar con elegancia, ¿no es enternecedor? Si rectificar es de sabios, rectificar con elegancia es ya lo más.