hora que pertenezco a las denominadas Clases pasivas, me está empezando a dar miedo ver la vida con ojos de viejo. No sé si podré evitarlo. ¿Podré? El sistema ya me ha excretado, por decirlo así. Clases pasivas, es lo que es. El algodón no engaña. Primero vas tú mismo, más o menos alegremente, a situarte en el plato del sistema y, en breve, estás ya ensalivado en la boca del sistema. Y en seguida, en el estómago rugiente del sistema. Y luego pasas a los alambicados y vertiginosos intestinos del sistema. Y naturalmente sabes, porque no puedes ignorarlo (aunque te gustaría), dónde acabarás. No hace falta decirlo. Pero formamos parte del alimento del sistema. Y sea cual sea el sistema, el premio final es llegar en condiciones al aparato excretor. Y lo normal, o lo general, es pensar que al otro lado del túnel está la alegría. Jubilación viene de júbilo, ya sabes. Hay que ver qué bien colocados están los eufemismos. Pero bueno, lo que decía es que yo, a lo mejor, elegiría ser joven. ¿A ti ahora te gustaría ser joven?, le pregunté el lunes a uno de mi edad. Y me dijo que a él no. Que si los jóvenes de hoy en día viven en la precariedad, que si se está iniciando un cambio de paradigma, que si no sé qué mierdas del mercado laboral del futuro. Y es cierto. Todo eso es cierto. Es decir, supongo. Pero yo acababa de ver un documental de una ciudad de EEUU hecha para viejos, en la que solo vive gente mayor de 55 años, sin niños, sin pobres, sin delincuencia, una especie de Disneylandia enorme (viven más de 100.000 personas), con campos de golf y bares temáticos y talleres y clubs de todo tipo, cientos de ellos, de cerámica, de pilates, ya sabes, de todo. O sea, acababa de ver eso. Y estaba afectado, como es lógico. Así que le dije que yo, a lo mejor, preferiría ser joven. En fin, luego nos tomamos un café juntos y eso. De todas formas, ¿se podrá mirar la vida con ojos de joven siendo viejo? Es una pregunta sin doblez, te lo juro. ¿Se podrá.