nda la gente escandalizada porque a Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, lo han sacado de la celda de aislamiento de la cárcel de Huelva. A mí me parece bien. No me gustan las celdas de aislamiento y este miembro de ETA, como otros, debería estar encerrado cerca de su entorno familiar. Otros asuntillos, en cambio, me parecen mal. Me parece mal, por ejemplo, que en los medios y foros afines su biografía se reduzca a "preso político vasco", como si no quedara tinta en la impresora o simplemente fuéramos tontos. O amnésicos.

Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, participó al menos en los asesinatos de Alfonso Morcillo, Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica, Miguel Ángel Blanco, José Luis Caso, José Ignacio Iruroguetagoyena, Manuel Zamarreño, Irene Fernández y José Angel de Jesús Encinas. Relean uno por uno los nombres y piensen en el infinito daño causado. Se cuenta que bajo su responsabilidad 55 personas fueron convertidas en cenizas. Se añade que sus años de condena suman casi el medio milenio. Una sola de las vidas citadas, y arrebatadas, valdría para rechazar la asepsia con la que se menciona su existencia. Ni siquiera discutiré si es un preso político. Me da igual la niebla lingüística. Pero ya que así lo consideran, lo suyo sería recordar por qué lo es. De ese modo podríamos alcanzar un consenso, una base común sobre la verdad.

Mira, deberían explicar, lo es porque asesinó al menos a Alfonso Morcillo, Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica, Miguel Ángel Blanco, José Luis Caso, José Ignacio Iruroguetagoyena, Manuel Zamarreño, Irene Fernández y José Angel de Jesús Encinas. Pues si no, ¿por qué lo es?