¿Quién dijo que las tardes noches de los domingos son aburridas? La de hoy, desde luego, no se presenta tediosa. Recuento electoral con infusión de tila. Antes del cava, claro. Todas las candidaturas encontrarán motivos de alegría, como siempre. Navarra Suma se perfila como ganadora en Navarra y en Pamplona. Pero el punto G de la excitación está escondido en otro vocablo con g: gobernar. Ganar no necesariamente equivale a gobernar. Ganar sin gobernar equivale a perder. Por debajo de la mayoría absoluta, los pactos democráticos pueden vencer a la lista más votada. UPN mantiene su condición de partido hegemónico en la Comunidad. Desde 1991 (fusión con el PP), con 20 o más escaños. Salvo en 1995 (17), escisión de Alli; y en las dos últimas elecciones (2011-19/2015-15) tras la ruptura de aquel pacto. Hoy concurre dopado con la suma de PPN y Cs. UPN engulle a competidores de su segmento, el PPN evita su desaparición, Cs se asegura cargos institucionales y camufla las disimuladas reticencias de los regionalistas al autogobierno. Ni siquiera así UPN va a conseguir equiparar sus mejores resultados históricos. La derecha no remonta: en 2007 sumaba 24 escaños; en 2011, 23; en 2015, 17. La serie histórica del declive del PSN arranca en 1995 y sus mejores expectativas son inferiores a los 11 escaños que marcaron el inicio de la decadencia. La emoción del recuento residirá en si ambas candidaturas alcanzan opción de mayoría absoluta. Esparza y Chivite han galleado esta semana. Esparza no dará la presidencia ni a Chivite ni al PSN. Chivite reniega de Esparza y del PP. La hemeroteca contradice en la práctica similares pronunciamientos teóricos de dirigentes socialistas. Coqueteo y riñas de pareja de hecho. En caso de confirmación de esa posibilidad, nada de tila: fármacos sedantes. Entre las cuentas de Osasuna y las cábalas electorales, Navarra está preparada para la Olimpíada matemática. Noche de domingo. A esperar si hay Salvados.