El auténtico chupinazo. El mejor cartel de fiestas. Las mejores vísperas de la víspera. Revisión de la sentencia de La Manada. Agresión. Violación. No abuso sexual. Penas de 15 años, con una pena: “error en la calificación jurídica de la sentencia” revisada. El Tribunal Supremo escribe que “la correcta calificación hubiera sido considerar a los acusados autores y partícipes de una pluralidad de delitos de agresión sexual”. Sin embargo, apreció un único delito continuado. Ninguna de las acusaciones impugnó ese matiz relevante. La sustracción del móvil de la víctima se eleva de hurto a robo con intimidación, con el correspondiente castigo añadido a su autor. La sentencia unánime del Supremo tendría que haber sido impresa en el bando municipal y adjuntada como anexo en el programa oficial de fiestas. En varios idiomas. Y hasta con un cómic expresivo de los deplorables y condenados hechos. Nadie escarmienta en cabeza ajena, pero algún efecto tendría en la necesaria contención de cierto comportamientos. Es terrible que ante una intención de violación grupal, nadie en el grupo ponga un punto de razón para el desestimiento. Las pancartas de las Peñas, genuino manifiesto popular, podrían haber impreso en su reverso lo fundamental de la sentencia, entre el logotipo de la Federación y la mano del NO/EZ. La mayor parte de los abusos y agresiones sexuales se produce en el contexto de las fiestas populares, según las estadísticas. Pamplona es considerada como ciudad de libertinaje mientras viste de blanco y rojo. Hace tres años fue pionera en rebelarse contra la violencia machista. De forma masiva, transversal e implacable. El veredicto es asunto de merecida difusión como justicia a la víctima, justicia a la sensibilidad social y justicia a la propia Justicia. La presidenta de la Audiencia Provincial de Navarra señala que este caso “ha ayudado a mejorar nuestro sistema judicial”. Y esperemos que también lo haga con nuestros Sanfermines.