Carmen Calvo, una política atrevida. Mentirosa inmutable. El atrevimiento y la ignorancia constituyen nefasta combinación. En realidad, más que ignorancia es insidia. La vicepresidenta aseguró esta semana que el PSOE sacó del Palacio de Navarra a un Ejecutivo (el presidido por Barkos) “no foralista” y “no constitucionalista”. Interpretación perversa para espantar cualquier atisbo de complicidad con Bildu en su medido apoyo pasivo a la investidura de Chivite. Indecente. Asqueroso. Negar respeto al Fuero y a la Constitución por parte del Ejecutivo de Barkos es una hipérbole ignominiosa. Una sucia maniobra de descrédito de la socia preferente e imprescindible. El capote de la descalificación para torear las embestidas de la derecha mediática. Como placebo calmante, Calvo presumió de “haber hecho que la alcaldía de Pamplona esté en las condiciones en las que está” (en manos de Navarra Suma). El PSOE tiene demostrada habilidad para bailar la yenka en la pista política. Socialismo pragmático. Piruetas ideológicas, como su republicanismo borbonizado o su laicismo laxo. La predecesora de Chivite -vigilante y aspirante- está prevenida: “La confianza la da el tiempo. Hay una historia detrás que nos exige ir con pies de plomo, porque los intereses del PSOE siempre se han acabado poniendo por encima de los del PSN y los de Navarra”. Historia: corrupción en Gobierno foral y en delegación del central; aprovechamiento de la posición parlamentaria de HB, con ETA activa, para el acceso al Ejecutivo como lista más votada; entendimiento y asociación con la derecha; coincidencia en su crispación como oposición; vulneración de reiterados compromisos de apoyo al cambio. Por cierto, un ejemplo de discreción, respeto y eficiencia de Bildu (Asiron) para el PSOE (Sánchez): las exhumaciones de Mola y Sanjurjo en contraste con la de Franco, un sainete ¿El PSN gobierna con Geroa Bai por conversión de Barkos? Chivite, chitón ante Calvo. Orejas gachas.