El concejal Alonso se presenta en Twitter como "navarro". Dato innecesario. Se llama Fermín Javier. Cóctel de copatronos. Con esta credencial podría aspirar, sin mácula, a la presidencia de UPN. E incluso a Obispo de la Diócesis si hubiera optado por la vida secular. Responsable del área de Proyectos Estratégicos, Movilidad y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Pamplona, ha violado la santísima trinidad de su compromiso con la reciente actuación en un tramo de la calle Amaya. Proyecto de eyaculación precoz -estrategia equivocada por precipitada-, con ágil marcha atrás para no consumar una situación embarazosa. Un coitus interruptus ante la ausencia del preservativo llamado reflexión. Movilidad atascada. Sostenibilidad fallida. Le faltó habilitar una auto-sala de lectura para leer al volante las excepciones a la norma en la prohibición de acceso desde Arrieta. El atasco llegaba hasta el cruce de Olite con Baja Navarra, a pesar del esfuerzo de los municipales de servicio ocasional en esa intersección. La potencia de sus pitos provocaba la excitación (auditiva) de vecinos y transeúntes. Contribución a la contaminación acústica de la principal arteria este-oeste. Dotación de jardineras antiyihadistas y bancos. Ubicación casi terrorista de ese mobiliario urbano, muy eficaz para el exterminio de abuelos y asmáticos por inhalación de la emisión de los tubos de escape. O por escapismo infantil a la calzada, una tentación siempre peligrosa. La torpeza desacredita la labor del concejal y su equipo. Alonso presume de los cinco mil metros cuadrados de espacios peatonales conseguidos en pocas semanas y espeta al anterior gobierno municipal que en eso y en carriles bici hará en un año más que ellos en cuatro. Asiron debió dejar algunos papeles en el "cajón de la amabilidad" de Alcaldía. Maya se ha precipitado a vaciarlo para llenarlo de intenciones impositivas. Como un impuesto de circulación a las bicicletas. Y no solo en verano. Pinchazo.