os políticos carecen de credibilidad. La comunicación política, de fiabilidad. El recrecimiento del embalse de Yesa está ejecutado al 75%. La estabilidad de la ladera derecha es una vieja y seria duda, a pesar de numerosos informes técnicos. Algunos contradictorios y todos con incertidumbres. Un importante deslizamiento (2013) obligó a obras millonarias y a la expropiación de un centenar de viviendas. La ministra competente afirmó en el Congreso: “No se va a avanzar un paso más hasta no tener contrastado que es completamente seguro”. Respondió así a una pregunta del PNV. La interpretación de la “gente normal”, epíteto favorito de Enrique Maya, fue la paralización de los trabajos. El ministerio abortó pronto las alegrías y aclaró que se refería a la futura fase de llenado. Antes, informe del Colegio de Ingenieros de Caminos de España, programa de puesta en carga y plan de emergencias. El recrecimiento de Yesa es una de las obras más estudiadas y vigiladas de las últimas tres décadas. Todo insuficiente para tranquilizar a la población aguas abajo ante el “equilibrio estricto” (una sokatira entre fuerzas internas) de la ladera derecha. Entre las reacciones parlamentarias navarras, el PSN reprocha que personas y partidos “generen una cierta alarma en la población”. Considera que “nos tendremos que fiar de los informes de quien tiene conocimiento en la materia”. En este caso, la ministra socialista generó una “estricta tensión” entre su declaración y aclaración posterior y la intranquilidad social subsiguiente a la falta de criterio unánime entre quienes saben y se han pronunciado. Ya en 2017, un informe de evaluación de la seguridad realizado por técnicos de diferentes departamentos del Gobierno foral recomendó exigir al Estado “la paralización de las obras mientras no se garantice, con un grado razonable, la seguridad de la presa y de sus laderas”. Y esa garantía aún no existe. La prudencia es un valor político. También al hablar.