Un nuevo informe internacional, con datos de 500 instituciones de ciencia y tecnología encuentra, una vez más, que las mujeres apenas están en los puestos de mayor responsabilidad. Los ascensos en la escala, las contrataciones, las mujeres en puestos de responsabilidad con poder de toma de decisión van apartando a unas mujeres que, en muchas carreras científicas, ya han conseguido una presencia paritaria. Aunque las políticas de igualdad en países como el nuestro van al menos identificando el problema y aportando soluciones, queda mucho camino por recorrer. Es más, la situación económica ha provocado en los últimos 10 años un empeoramiento: también en las crisis hay brecha de género.

Mientras tanto, siguen existiendo estudios científicos en los que apenas entran las mujeres. Y, cierto, otros en los que apenas entran los hombres. Coincide con profesiones en los que se han exacerbado los roles de género: los ingenieros y las maestras, como ejemplo. En muchos países están apareciendo fundaciones y programas públicos que intentan promover que las adolescentes consideren las carreras científicas y técnicas como parte de sus posibilidades. Académicamente, el nivel de ellas y de ellos no presenta nada que tal impida. Pero las niñas son disuadidas de sus aspiraciones científicas por su propio entorno social y familiar: eso no es de chicas, etcétera. La existencia de becas o gratuidad de matrícula para ellas podría aliviar la minorización de la mujer en esos estudios, pero ya antes de adoptarse ha habido quejas, aludiendo, como siempre que se hacen políticas de apoyo a sectores con menos derechos, que tales medidas son discriminatorias para el resto de personas. ¿Se quejaron durante todo este tiempo en que la situación era de discriminación hacia ellas? No, evidentemente, pero la piel machista es muy muy sensible, deben ser los genes.