vuelven las semanas de la ciencia con esa apuesta por hablar de ciencia urgente. Este jueves habrá ciencia en la plaza del Castillo, estos días habrá actividades y visitas a centros de investigación, conferencias, ciencia en el bar Zentral y todo por la cara, la de personas que apuestan (apostamos) por la importancia de esa ciencia que no aparece en la campaña política más que de refilón, porque sigue sin estar entre los grandes temas de esta sociedad. Algo que seguirá así a pesar de que para avanzar en los asuntos realmente importantes (no los que ocupan los mítines de estos días, relean: “Realmente importantes”) hay que ponerle mucha ciencia a la cosa. Y compromiso con la realidad y con los hechos.

En Delhi la gente se asfixia. La contaminación del aire está en niveles críticos. En esta época del año se queman los rastrojos de la producción de arroz produciendo un humo letal lleno de partículas que atacan los pulmones de los millones de habitantes. No es nuevo, cada año pasa eso, pero cada vez es peor contaminando más aire y afectando a más personas. Hace unas semanas una serie de catastróficas vergüenzas en las que están necesariamente implicados los gobernantes y las empresas prósperas de la región acabaron con la vida del mar Menor. Reglamentaciones que permiten una agresión constante al medio y que soslayan los informes científicos son la herramienta perfecta para hacerlo. En unas semanas tendremos una cumbre ambiental por aquí, y a pesar de las evidencias de la emergencia climática, ayudada por prácticas que solamente buscan el beneficio económico pero son amparadas por los gobiernos de todo el mundo, habrá pocas soluciones: aquí también prefiero la ciencia. La necesitamos, eso y una conciencia social que entienda que los problemas lo son de todas las personas, en todos los lugares, cada día del año.