orge Nagore ha hecho su lista con los cinco lugares o elementos más feos de Pamplona e invita a hacer lo propio. Como me ha puesto los dientes largos, me pongo a hacer la mía, subjetiva y discutible.

Mi enumeración no sigue un orden. Todas las piezas me desconciertan y no sabría jerarquizar. Me impactan ex aequo. Empiezo por el conjunto escultórico de la Plaza de la Paz. La figura humana, pues bueno, qué se yo, igual tiene un pase, pero el pedestal marmolero y los txistus son de antología. Cada vez que paso me acuerdo de una frase algo dadaísta escuchada en casa: "Y si no pega para cuando pegue, en el culo te planto un lorito". La frase tiene una variante cambiando el ave por un maíz, pero viene a ser igualmente expresiva.

Las siguientes son la estatua de Sancho III el Mayor del extremo de la Media Luna, tan achaparrada que niega el sobrenombre al rey, el Sagrado Corazón del Seminario, que predica en el desierto, y el Monumento al Encierro de la calle Roncesvalles. Colocar esa escultura en una calle de Pamplona es como poner los gigantes en la estantería, algo común aquí y entrañable para muchas personas, pero a mí me resulta redundante, qué quieren que les diga. Añado, y ya son cinco, la escultura de la Tramontana que se alza rotunda y geográficamente exiliada junto a los Golem. Una Nancy eólica.

Para compensar, un rótulo que me agrada ver, me hace sonreír y me parece el colmo de la claridad, la transparencia y el buen gusto al elegir la tipografía y el tamaño, el situado casi en la muga, en la avenida Estella de Zizur, que reza: Fábrica de pastas para sopa. Creo que debería considerarse, por lo menos, un bien de interés cultural.