n junio les deseaba descanso y buena compañía. Son ingredientes del bienestar. Espero que hayan tenido el primero y disfrutado de la segunda, que queden dos o tres momentos archivados para visitar y contemplar, con la opción de detener la imagen y volverla a ver, como si hubieran dispuesto de varias cámaras para registrar todos los ángulos de lo que fue hermoso vivir y es digno de recordar, porque esa materia es combustible. En ambos sentidos. Puede dar energía si se emplea convenientemente, pero si se ignora arde como un rastrojo y es humo.

Otro ingrediente son las actividades placenteras. Me centro en dos que me han proporcionado una felicidad fácil: los árboles y los tendederos. Me gusta saber los nombres de los árboles, reconocer los que forman parte de los recorridos habituales e identificar los nuevos, es más, me inquieta desconocerlos y como cargar a todas horas con una guía en papel es incómodo, me he bajado una aplicación que en pocos segundos me dice qué tengo enfrente. Estoy encantada y mi galería llena de verde. En cuanto a los tendederos, rescato una foto de hace un par de semanas, un tendedero del edificio colindante que veo desde la ventana del patio. Los tendederos tienen un gran interés, son bodegones efímeros y desatendidos, instalaciones. Una puede deducir mucho de una colada puesta a secar. Caben los análisis socioeconómicos, estéticos, psicológicos. Los hay que parecen veleros, con las sábanas ondeando al viento. En el de la foto, la ropa mínima de una criatura se sujeta con pinzas que crean secuencias de color y parecen responder a un criterio pedagógico, incluso artístico, algunos son producto de la irreflexión o la desidia, otros denotan voluntad de orden, otros pudor o desinhibición. Les aconsejaría que dieran una oportunidad a los tendederos. Por comentar.