Un sindicato policial, que no la Policía, ha alertado de la “inseguridad” que los menores extranjeros no acompañados (MENAS) están generando en nuestra comunidad, sin olvidar decirnos que es un colectivo en crecimiento en Navarra. Para “paliar la alarma social” creada, ha pedido al Gobierno foral un control más exhaustivo de estos chicos. En respuesta, altos responsables del Ejecutivo criticaron al SUP por alimentar temores infundados por medio de declaraciones “sin ningún tipo de datos y fuera de las funciones sindicales que se le debieran suponer”, a la par que demandaron más sensibilidad con quienes viven en situación de desprotección. Las estadísticas oficiales revelan que se han tomado medidas judiciales contra un 42% de estos menores de nacionalidad española y sólo contra un 9% de los que poseen otras nacionalidades.

Ahora, estamos recordando los hurtos, robos, abusos sexuales o agresiones que algunos MENAS han cometido y que nos provocan rechazo y miedo. Pero hemos de dar un paso más, porque hablamos de unos 230 críos que han pasado buena parte de su dura vida sin apoyo familiar y llenos de necesidades. No me cabe duda que esta sociedad puede hacer por ellos algo más que marcarlos en su infancia y esperar a que cumplan la edad penal suficiente para enchironarlos.