Durante los peores tiempos del confinamiento se decía que de éste íbamos a salir mejores personas, cosa que no ocurrió, y sin embargo coincido con quienes estiman que aquella circunstancia nos cambió de alguna manera. No somos pocos los que desde entonces nos sentimos tristorros y faltos de ilusión, más enfadados y tensos. Hemos dejado un montón de pelos en la gatera y no está claro que haya servido para mucho. Sólo el viernes se registraron en Navarra tres fallecidos y 274 positivos. Cada día de esta semana se han contabilizado alrededor de 300 nuevos casos y, en septiembre, la media es de más de un muerto por jornada. Para el martes se habían aislado ya a 1.500 chavalines de Infantil y Primaria que dieron positivo en las pruebas, la Policía se pasa los turnos disolviendo concentraciones al aire libre y en locales donde no se acata la distancia social y, tal y como nos temimos ya hace mucho, no habrá San Fermín Txikito. En junio imaginamos que, tras renunciar al resto, quizás llegaríamos a disfrutar algo de las últimas fiestas de Pamplona, pero no El esfuerzo de primavera y verano nos ha dejado abatidos, a nuestros ancianos un poco más despistados, a los jóvenes hartos de tanta prohibición y aquí estamos, encarando una nueva ofensiva vírica, cada día con menos fuerzas.