Navarra es la comunidad que más PCR realiza y, pese a ello, la segunda con mayor incidencia de covid-19. Del 1 al 25 de septiembre, se han registrado 6.049 casos y sólo el pasado lunes hubo cinco fallecidos. Yo, que cada vez entiendo menos, no dejo de preguntarme qué estamos haciendo mal y me cuesta y me duele creer que ciertas reuniones familiares, encuentros de amigos u otras formas de socializar sean los únicos culpables. Sin embargo, en un solo fin de semana, policías forales y municipales denunciaron en Pamplona a 250 personas por hacer botellón, más otras cientos de multas variadas por incumplir la normativa sanitaria, y, sólo como ejemplo, Peralta permanece confinada al quintuplicar la media de casos de la comunidad en un brote que coincide como ya ha ocurrido en otros lugares- con las puñeteras no fiestas. ¿Somos unos inconscientes y unos temerarios? En general diría que no, pero está claro que nuestros gobernantes apuestan por imponer elevados castigos económicos para frenar tanta imprudencia y, para quien le interese, las primeras sentencias por sanciones impuestas durante el estado de alarma en Navarra avalan el procedimiento punitivo y estiman que aquellas conductas supusieron desobediencia a la autoridad. Vivimos una época de pocas zanahorias y muchos palos.