I Lo sucedido en Rentería es para unos una provocación de camorristas y para otros un gesto de afirmación patriótica (según en qué trinchera estés). Me puede sin duda la antipatía que siento hacia todos y cada uno de los miembros más visibles de ese partido de derechas reaccionarias, pero a juzgar por los documentos gráficos que se conservan, las cosas sucedieron de manera distinta a como se plantean en la denuncia presentada por Rivera, prevista sin duda de antemano con el fin de sacarle réditos.

Claro que, dado lo sucedido en Alsasua con los documentos gráficos que prueban las mentiras palmarias de al menos uno de los participantes en la pelea de bar, poco se puede esperar. ¿Quién fue al encuentro de quién, la manifestación autorizada de conmemoración de la República Española o los aguerridos demóKratas de C’s? No es tanto lo que vemos como lo que queremos ver.

¿Delito de odio? El odio, en el país de Caín, anda muy repartido y el de unos es perseguido mientras el de otros corre que es un gusto con toda suerte de parabienes sociales. Resultado: Rentería vuelve a estar en el candelabro de la Bronca, de la necesaria kale borroka, la que cuando no la hay, se pinta porque de lo contrario el discurso se queda en nada.

II Es para preguntarse si hubiese sido tolerada en el centro de Madrid una manifestación de la izquierda abertzale o nacionalista a secas, un domingo de Resurrección, por ejemplo, día de Aberri Eguna, o si por el contario la hubiesen prohibido por riesgo de alteración del orden público. Que no hubiese habido incidentes con la manifestación catalanista no quiere decir nada, aunque hubiese servido para alimentar la autosatisfacción de quienes blasonan de demócratas, pero manejan que es un gusto los ladridos de una concepción de Estado no ya unionista, sino unitaria, monolítica e intransigente con cualquier tipo de disidencia; por no hablar de su voluntad de prohibir partidos, como figura en los programas de la derecha. España ni rota ni roja, devota.

III Suprimida la Educación para la Ciudadanía, esa misma derecha cerril que la tumbó propone ahora una asignatura obligatoria sobre la Constitución, algo que en principio no me parece mal mientras sea una constitución de acuerdo y consenso, acorde con las cuestiones que azotan este tiempo, y no una sectaria y partidista en beneficio de clase, que es la que ellos pretenden como base de un régimen reaccionario.

Volveremos a la Formación del Espíritu Nacional, que es lo que en realidad ellos pretenden, un adoctrinamiento que está ya en los medios de comunicación que sirven de lanzadera de esa ideología patriótica y en los programas electorales de la derecha. Quedó dicho que mientras unos no cumplen lo que prometen en sus campañas electorales, otros, de llegar a tener el poder en sus manos, las iban a cumplir con creces.

IV Ahora (a buenas horas), se constata -no sé si con satisfacción o alarma por parte de quien lo hace-, que hay trincheras y entre ellas un foso cada vez más profundo y tal vez insalvable, que se ha venido cavando en los últimos veinte años, por lo menos, gobernase quien gobernase. ¡La convivencia en peligro! Sí, y Tartufo que no se baja de escena ni aunque le paguen por hacerlo. Convivencia dañada no sé, pero mala leche, ánimo de revancha, violencia verbal, insultos, rencores y reconcomios viejos, de esto a raudales. No hay quien dé más. A poco que te alejes, el espectáculo es siniestro. No es tanto un asunto de ideologías encontradas, sino de mentalidad reaccionaria, un magma de creencias, furias y devociones autoritarias, tradición sectaria, bandería, servilismo... envenenamiento por cainina, ese poderoso alcaloide que flota en el aire. Se entiende mal que hubiésemos creído que todo esto iba camino de desaparecer.