Europa como oportunidad
no se aprecia en derredor ningún entusiasmo ante la elección dentro de cinco domingos de 54 de los 751 eurodiputados que conforman el Parlamento comunitario y que definirán el próximo Gobierno de la UE. Si quienes me circundan configurasen una muestra fiable de los 500 millones de ciudadanos europeos, diría que sobran las urnas de la mala uva que el personal gasta con los desconocidos ocupantes de esos opíparos escaños de marfil. Llámenme iluso, pero, comprendiendo perfectamente a la creciente legión de euroescépticos, ciscándose en los comicios del 25 de mayo no será posible un modelo de sostenibilidad económica y social para esa Europa entendida como una oportunidad para quienes menos tienen aun sin caer en pueriles voluntarismos en forma de medidas expansivas sin fin. Dicho del revés, qué mejor servicio a los apologetas del déficit cero pese a consagrar una geografía de adinerados y pobres, de la concentración de riqueza en las cajas fuertes de la banca etérea, de ese capitalismo privatizador que concibe el espacio comunitario como una vasta trinchera de meros peones con derechos esquilmados, que quienes ansían la Europa humanista que soñaron los clásicos se queden en casa, despotricando legítimamente de un mastodóntico aparataje burocrático pero del que dependemos nos guste o no puesto que los Estados no dejan de perder soberanía hasta el extremo de que sus prebostes se han tornado en meros interpuestos de lo decidido en las plantas nobles de Bruselas, Estrasburgo y Luxemburgo. Abundando quienes reniegan en particular de los partidos tradicionales, incluida la socialdemocracia al uso que pierde comba ante el liberalismo y el populismo xenófobo, pueden considerarse otras opciones, siquiera como contrapeso y para que nuevas prioridades trufen el debate. Aun a costa de no resultar original, la salida al colapso solo puede proceder de la profundización democrática como antagonista de la gélida tecnocracia para unir a las personas más que para coaligar Estados, como dejó tan bien sentado el preclaro europeísta Jean Monnet.