Las calles mojadas le vieron crecer y, cinco años después de su muerte a los 51 -por un cáncer de pulmón, según el dictamen médico-, una tormenta cae ahora sobre su memoria por mor de un documental titulado Tu voz entre otras mil que su familia considera el vil retrato de un drogodependiente que en sus escasos momentos de lucidez tocaba la guitarra y componía. Ante la cruda polémica, y el morbo que la acompaña en beneficio del denostado audiovisual, resulta preceptivo reivindicar el inmenso creador que fue Antonio Vega, ese letrista de la fragilidad -en este "mundo descomunal" al que solía aludir- escondido en un cuerpo famélico por las adicciones, ese poeta de la melancolía que hacía volar la imaginación de los demás mientras él permanecía preso de sus demonios interiores. La timidez de Vega, su irrefenable tendencia al recogimiento, gestó un legado excepcional en el que sobresalen verdaderos himnos generacionales como Chica de ayer o la homónima de este espacio de opinión -El sitio de mi recreo- y una pléyade de canciones imperecederas con las que merece la pena deleitarse a cada ocasión como Lucha de gigantes, Se dejaba llevar por ti, Una décima de segundo o Relojes en la oscuridad. En estos tiempos de productos prefabricados, de una homogeneización de presuntos artistas rendidos al imperio de la radiofórmula y a la tiranía de los concursos catódicos, Vega encarnó la música sin artificios madurada en la carretera y cimentada en la autocrítica constante, hasta el punto de que abjuró de Chica de ayer porque le ahogó tanto como la veneración por Nacha Pop, el grupo con el que la popularizó. De la dignidad de Vega, a salvo de cualquier documental sobre tan poliédrica personalidad, da fe su última aparición televisiva, en un programa de Bosé en el que actuó aposentado en un sofá y que sonó a la misma despedida que nos brindó poco antes a quienes fuimos a escucharle al Auditorio de Barañáin. Los genios como él tienen derecho a irse como gusten precisamente porque sus obras los convierten en inmortales. Siga descansando pues en paz Antonio Vega.