es inevitable volver la vista atrás cuando se cumplen años. En eso estamos estos días en el periódico, celebrando el veinte aniversario, así que, a riesgo de aburrirles, me van permitir una mirada al ombligo. Y es que DIARIO DE NOTICIAS ha tenido la suerte de convivir con un periodo histórico apasionante. Basta con echar un vistazo al especial que publicamos el sábado para tomar conciencia de los cambios a todos los niveles que se han producido a caballo entre los siglos XX y XXI. La inmigración, la consolidación de la UPNA, la burbuja y el pinchazo inmobiliario, la crisis, el paro, los recortes educativos, sanitarios y en bienestar social, los movimientos sociales y los indignados, el final de ETA, la recuperación de la memoria histórica, Induráin, la difusión masiva de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación... Y todo eso sin salir de casa, por no hablar de la decepcionante Europa o del mundo puesto patas arriba tras el 11-S.

Y si apasionantes han sido los veinte años pasados, los que vienen también prometen. Para empezar porque los navarros vamos a ser cada vez menos y más viejos, y habrá que apechugar con ello. Luego está por ver si la incipiente recuperación económica se consolida y, sobre todo, si llega a los que ahora sufren el paro, los recortes y la marginación social. El futuro del Estado del bienestar, en definitiva. También en la política se intuye que se aproxima algo diferente. Como decía nuestro director, Joseba Santamaría, en la fiesta de aniversario del jueves, el partido o los partidos que ganen las próximas elecciones forales van a tener que gobernar de otra forma, superando el frentismo y la exclusión de una parte de los navarros. Y lo mismo pasa en el Estado, donde parece que las viejas fórmulas del bipartidismo tampoco van a servir en el futuro. Comparto la reflexión que hacía en el suplemento del sábado el sociólogo Carlos Vilches, en el sentido de que Navarra no ha completado el tránsito a la modernidad. En eso seguimos veinte años después.