el modelo territorial puesto en práctica en las últimas décadas ha primado la concentración de una parte muy importante de la población navarra, en torno al 55% ya, en la Comarca de Pamplona en detrimento de amplias zonas de la comunidad que van quedando cada vez más despobladas. Al final se ha creado un núcleo urbano de 350.000 habitantes, un tamaño considerable que requiere de una planificación que aún está muy lejos de conseguirse. Los problemas están ahí y sobre todos ellos destacan dos: la gestión de los residuos y la movilidad.

Hoy toca hablar del segundo. La Mancomunidad de la Comarca ha presentado y comienza a debatir propuestas sobre el transporte urbano. Un tema peliagudo porque la propia configuración urbana comarcal no ha creado una ciudad compacta; al contrario, se han construido urbanizaciones dispersas. Desde Berrioplano a Beriáin hay 19 kilómetros, de Olloki a Ardoi, 20. Y qué decir si algún día se llegara a construir Guenduláin. Además, durante décadas se ha facilitado el acceso y el aparcamiento en el centro de Pamplona, donde se han construido parkings subterráneos por todas partes. Las villavesas circulan rodeadas de coches, los pocos carriles bus no se respetan, los semáforos ralentizan el tráfico, hay paradas de autobús cada 200 metros y cuesta una eternidad que los viajeros entren por una única puerta. Y un transporte público lento no es atractivo ni puede ser eficaz.

Ahora, por primera vez se intenta dar un salto cualitativo y apostar decididamente por el transporte público frente al privado con lo que supone de dificultar el uso del vehículo propio en el centro de Pamplona y en otras arterias importantes de la Comarca para favorecer la rapidez y eficacia del transporte colectivo. ¿Estamos preparados para ello? ¿Nos creemos que se puede cerrar al tráfico Yanguas y Miranda, la calle Mayor de Burlada o Marcelo Celayeta? Lo veremos en los próximos años.