Primero y fundamental: lo de Barcina y Telefónica no cabe llamarlo fichaje, pues la catedrática de Bromatología y Nutrición nada puede aportar a la filial televisiva DTS más allá de su proverbial querencia por las cámaras y su obvia fotogenia. Hablemos entonces simple y llanamente de colocación, de un acomodo a doblón procurado por el amigo poderoso con probable derecho a roce, que los ojos de servidor no han visto todavía solazarse a doña Yolanda y su caballero de triste figura e inteligencia superior. Sentada la premisa esencial, sólo queda por tanto constatar el fariseísmo de Barcina, que en agosto proclamó que dejaba a la política activa sin recurrir a las puertas giratorias que acaba de franquear dos meses después. En un momento tan sensible como las vísperas de unas elecciones generales, lo que ha soliviantado al partido que literalmente la idolatró y hoy la maldice, con la salvedad de los palmeros que la mantuvieron en su jaula de cristal para seguir trincando. En lo que atañe a Barcina como individua, la ciudadanía asiste a otra evidencia de su falta de escrúpulos después del cobro de sobresueldos secretos de Can por hacer de mera oyente, subirse el salario presidencial más de un 30% o darse de alta en la UPNA durante 19 días sin trabajar. Desde la perspectiva política, su ubicación conyugal en Telefónica justo ahora la consagra como un elemento letal para UPN, una sigla que Sanz le legó al frente de la Diputación, con un acuerdo de gobernabilidad con el PSOE y orgánicamente estabilizada. Nada que ver con este regionalismo en la oposición al desplomarse a los niveles de sufragio de 1995 -por debajo de los 93.000 votos-, con el Ayuntamiento de Cintruénigo como principal bastión municipal y con una presidencia interina. La herencia de Barcina resulta tan injustificable, aunque su sucesor Esparza esté obligado a defenderla en público, que ninguno de sus acólitos aspiró a reemplazarla en la última asamblea, sabedores de sus nulas opciones. Tan inexistentes como las del diputado Salvador para repetir como cabeza de lista al Congreso tras la asimilación de la UPN de Barcina al PP más retrógrado y hediondo.