de esta larga Navidad de tres semanas quedarán para el recuerdo las polémicas cabalgatas. La de Pamplona data de 1927, la organizó entonces la Asociación de la Prensa “en favor de los niños más pobres” y visitó la Casa de Misericordia, la Inclusa y el Hospital. Se ha mantenido, con el único paréntesis de 1937, con distintos organizadores, desde el Frente de Juventudes a la Caja Municipal. Desde 1996 corre a cargo de una asociación marcada en los últimos años por la polémica sobre el veterano Baltasar pintado. El día 5 apareció por sorpresa Cisse Mbongo, que alteró la magia del día con un incomprensible mensaje en la plaza del Ayuntamiento por el que luego pidió disculpas. Se aceptan.
Pero donde la derecha política y mediática ha montado un belén considerable ha sido en Madrid, a cuenta de las reinas magas, de los trajes o de la ausencia de animales en el desfile. Alegan que la alcaldesa Carmena ha querido eliminar el sentido religioso de la fiesta y no entienden que se imponga una visión diferente de esta tradición. Claro que los que así piensan no deberían olvidar que reclamar que nada cambie es también una imposición. En realidad, solo el Evangelio de San Mateo menciona la visita a Belén de unos magos, no dice ni cuántos eran ni sus nombres. Hasta el siglo XV se representaban blancos. Luego apareció un moro que después se convirtió en negro. Tras el descubrimiento de América se llegó a pintar un cuarto rey, un indio amazónico, para dar a entender que los reyes de todo el mundo conocido rendían pleitesía al recién nacido. Quiero decir que la Iglesia católica ha ido modelando a lo largo de los siglos su visión de los Reyes Magos hasta llegar a principios del siglo XX, cuando la tradición se mezcla con la idea de hacer regalos a los niños. Y en esas estamos. Particularmente no me quita el sueño el color de los Reyes ni su vestuario. Por mí pueden ir modernos como los de Madrid o como los pintó Murillo. Pueden venir en camello o en helicóptero. Da igual. Lo importante es que vengan. Y que vengan también Olentzero, Santa Claus, la Befana italiana y el Tomten escandinavo.