Si el PP no lo remedia y quita a Rajoy de en medio para que las presiones exógenas procuren la abstención del PSOE al candidato alternativo de la derecha, la repetición electoral sobrevendrá el 26 de junio fruto de la debilidad interna de Sánchez para doblegar a los barones socialistas y articular con Podemos un Ejecutivo coherente de izquierdas. Todos los partidos navarros han asumido a estas alturas tan inapelable realidad y por ello cunde el desasosiego entre aquéllos que consiguieron acceder a las Cortes y la excitación entre las siglas que podrían redimirse después de malograr votos a chorro. Comenzando por UPN, que junto al PP extravió casi 25.000 sufragios pero amarró 102.000 para dos diputados, algunos de los más preclaros prebostes regionalistas cuestionan la vigencia de la entente con un Rajoy incapaz de encarnar un pacto de Gobierno y que por tanto condena al navarrismo al rol de socio en la oposición, aún más imperceptible aunque hable a gritos. La inquietud en UPN tiene todo el sentido habida cuenta de que, si Podemos confluyera con IU y Batzarre, el primer puesto en votos quedaría amenazado con la referencia de diciembre al separarles como 6.500 papeletas. Resultando factible esta última alianza en un escenario de prontos comicios, se antoja una quimera que pudieran sumarse los otros dos sostenes del Ejecutivo foral ante las divergencias que vienen publicitando, en Navarra y fuera. Tanto Geroa Bai como EH Bildu afrontan el doble desafío de cambiar de candidatos y de rearmar el discurso, dado que la reedición electoral se dirimiría como la cita original más en clave de regeneración que de mayor autogobierno o soberanismo, tras perder 11.861 y 14.352 votos, respectivamente. La incertidumbre se extiende a Ciudadanos, ya que sus casi 25.000 sufragios no suponen ni la mitad de los precisos para alcanzar escaño y en consecuencia aparentan enorme volatilidad, igual que los 1.444 del mortecino UPyD. Aunque todo dependería como es natural de la capacidad de movilización de las siglas concurrentes, en especial de un PSN sin influencia tanto aquí como en Madrid y para el que Sánchez se ha convertido en una moneda al aire en el supuesto de una rauda llamada a las urnas y en el previsible perdedor de la agria disputa orgánica con Díaz si la regidora andaluza desata definitivamente las hostilidades.