hace unos días pasaron por La 2 un interesante documental sobre la figura del doctor Jonas Salk. Seguramente a la mayoría no le diga nada ese nombre, pero para los que sufrimos la polio de niños es casi un dios. El documental retrata la situación de Estados Unidos en los años 50, cuando una virulenta epidemia del virus de la poliomielitis mató a miles de niños y dejó a otros muchos miles con una o más extremidades paralizadas de por vida. En medio de una movilización del país sin precedentes para ayudar a los afectados, el virólogo Jonas Salk trabajó contrarreloj y descubrió la primera vacuna segura y efectiva en 1954. Con la posterior que desarrolló Albert Sabin a comienzos de los sesenta se consiguió erradicar la enfermedad en unos años. Salk y Sabin fueron enemigos científicos irreconciliables, pero estuvieron de acuerdo en algo: ninguno de los dos patentó sus vacunas para garantizar que llegaran a toda la población. “¿Se puede patentar el sol?”, cuentan que respondió Salk en una entrevista. Pudieron hacerse multimillonarios pero entonces la medicina aún no era un negocio.
Todo lo contrario pasó en España. El franquismo se negó a aceptar la existencia de la enfermedad, que se silenciaba en los medios de comunicación mientras miles de niños nos infectábamos unos a otros. Juan Antonio Rodríguez, médico de la Universidad de Salamanca, describe en un libro las luchas internas en aquellos gobiernos franquistas y la vergonzante vacunación secreta de 200.000 niños de familias cercanas al régimen o con recursos económicos antes de la primera campaña masiva y gratuita de 1963, diez años después que en Estados Unidos. Para muchos ya era tarde.
Han pasado cincuenta años y los últimos niños de la polio de entonces nos enfrentamos al llamado síndrome post-polio, una reactivación de la enfermedad que no tiene prevención ni cura y que, en general, empeora las condiciones de salud y de vida de los afectados. No se puede decir que se oculte, pero creo que tampoco nos hacen mucho caso, al extremo de que ni siquiera existe un censo oficial de afectados. De investigar, ni hablamos. Qué lejano queda el trabajo y el altruismo de aquellos médicos del siglo pasado.