el miércoles se darán a conocer los resultados de la consulta popular celebrada en Barañáin para que el vecindario decida si es partidario o no de incluir vaquillas en el programa de fiestas. La consulta fue aprobada por la mayoría municipal, formada por EH Bildu, IE-Equo, Participando en Barañáin y Geroa Bai. Aducen que las vacas no son una tradición en el pueblo, de hecho aparecen y desaparecen del programa, y que suponen un alto coste económico, más de 15.000 euros, un bocado importante del presupuesto festivo. El resto de los grupos municipales está en contra, junto a vecinos que han recogido firmas a favor de mantener el festejo. Dicen que las vaquillas ambientan el pueblo como ninguna otra actividad festiva, que atraen a gente de fuera con el consiguiente beneficio para la hostelería y que, puestos a consultar a los vecinos, se les podía preguntar también sobre otros actos del programa.

En Huarte, la consulta empezará la semana próxima con el beneplácito de todos los grupos municipales y no será la primera. Hace una veintena de años ya hubo una similar y ganaron las vacas. La controversia de Barañáin y Huarte podría extrapolarse a otras localidades en las que los espectáculos taurinos están de alguna manera en entredicho. Baste ver los recortes en las subvenciones municipales a los festejos de muerte en Tudela y , y seguro que de aquí al verano van a surgir algunas polémicas más.

Sería simplista politizar el debate y decir que a la gente de derechas le gustan los toros y a la de izquierdas no, porque no es verdad, pero el hecho es que el cambio ha llevado a muchos equipos de gobierno municipales a personas abiertamente contrarias al maltrato animal en general y a los festejos taurinos en particular. Claro que tampoco es lo mismo una corrida de toros que unas vaquillas, y ya se sabe que la peor opción es generalizar, y más en este asunto, pero es evidente que el melón se ha abierto y que el debate sobre los festejos taurinos ha llegado para quedarse.