Leyendo los muchos propósitos para 2017 que se han lanzado estos días me quedo con unos versos del poema Año Nuevo de Luis García Montero, que creo recogen bien lo que en esencia debe ser un propósito, una intención de que las cosas cambien o de cambiarlas nosotros sin que eso nos garantice no equivocarnos de nuevo, simplemente avanzar. “Voy a cambiar de vida para seguir equivocándome de otro modo distinto”, escribe el poeta. Y creo que así debería ser. Vivimos en un tiempo demasiado marcado por el éxito en el que cada vez se penaliza más el error, la equivocación, el intento fallido, el fracaso. Un mundo para los primeros que se vuelve inhabitable para quienes llegan los últimos. La época de la aceleración, de la “inmovilidad frenética” que describe el filosofo Luciano Concheiro en su fantástico ensayo Contra el tiempo. Filosofía práctica del instante. Nos alerta de que vivimos en una sociedad eventuable, en la que todo son eventos que se suceden unos a otros, se empujan, desplazándose sin dirección, camino a ninguna parte. No se trata ya de a dónde vamos sino de sentirnos como sea en el camino y en ese camino no parar, no pensar, aunque acabes asfixiado por esa velocidad. Hay aceleración en lo social, en lo tecnológico, en lo económico, en el consumo, en las relaciones, en el ritmo de vida... Y en ese transcurrir vertiginoso no siempre somos capaces de vivir el instante presente, de disfrutarlo o sentirlo, porque nos angustia el que vendrá después. Es como quien manda un mensaje y en lugar de vivir con entusiasmo lo que ha escrito se angustia por la respuesta. Y no nos damos cuenta de que lo que realmente pasa cada vez más rápido es el tiempo, ese tiempo que no tenemos y el que aun teniéndolo malgastamos o perdemos. Así que en este año que ahora arranca me gustaría empezar por propósitos pequeños, de bolsillo, como ser capaz de no perder más tiempo en todo aquello que no merece la pena y no dedicar segundos ni pensamientos a esos ladrones del tiempo que en definitiva nos roban parte de la vida presente, no dejar energía en todo aquello que no lo merece y lanzar nuevos mensajes que no dependan de la respuesta.
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