con lo difícil que de por sí es entenderse hablando la misma lengua, lograr una comunicación efectiva entre las personas, cuesta creer que a estas alturas se siga utilizando el idioma como una barrera, como algo que resta y que no suma, como un obstáculo para dejar fuera a gran parte de la población en lugar de un puente para acercarnos. Ojalá aprender idiomas hubiera sido una asignatura real para muchas generaciones que todavía hoy nos enfrentamos a esa carencia en un mercado cada vez más global. Ojalá todos y todas pudiéramos entendernos en múltiples idiomas sin más esfuerzo que el que nos supone hablar en nuestra lengua natal, sea ésta la que sea, pero no es así. Aprender un idioma es costoso y supone mucho esfuerzo. Todavía son pocos los realmente bilingües o trilingües; personas que aquí dominan el castellano y el euskera y manejan con soltura el inglés, o que en Catalunya hablan catalán y castellano y se defienden bien en otras lenguas europeas... Porque no todo es ni debería ser ponernos al servicio de las lenguas mayoritarias. Ha pasado con nuestros políticos locales, que durante años han penalizado al euskera utilizándolo para sus intereses partidistas en lugar de fortalecerlo como un valor cultural único y está pasando ya con el nuevo presidente de Estados Unidos, que una de las primeras cosas que ha hecho al llegar a su despacho en la Casa Blanca ha sido eliminar de la web toda información en español, que se colgó con Barack Obama, para sin palabras decir a los millones de hispanohablantes que los americanos son primero y que América es para los americanos que hablan inglés, no para el resto. Un mal ejemplo, pero que no está muy lejos de algunas acciones llevadas a cabo por el Gobierno de Rajoy, que insinuaba que la web de la Generalitat no está en castellano, cuando es en ese idioma en el que se nos presenta al hacer clic, y miraba para otro lado cuando se le recordó que la web de la Moncloa no funciona en la versión de las lenguas cooficiales, ni en catalán, ni en euskera, ni en gallego, ni en valenciano. Solo las lenguas que suman crean sociedad y facilitan la convivencia, el resto dividen y marginan.
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