Falta poco para que una tropa de estudiantes tome la redacción para realizar las prácticas de verano. Tres meses en los que conocen de primera mano la enorme diferencia que todavía existe entre lo que les enseñan en las aulas y el periodismo de verdad. Son chicos y chicas con currículum densos, que han aprovechado bien el tiempo, con conocimiento de idiomas, estancias en el extranjero e incluso con alguna inmersión en el mundo laboral en tareas que no tienen nada que ver con su vocación. Detrás de esa enumeración de referencias hay una importante inversión económica de la familia. Un montante que tardarán años en recuperar tal y como están las matrículas y el negocio de la prensa.
Las prácticas en este periódico siempre han estado remuneradas. Por encima de lo que pagan otros medios, incluso de Madrid o Barcelona, donde este periodo de aprendizaje vuelve a suponer un nuevo desembolso. Sin embargo, retribuir al becario no es norma común, aquí en Navarra, en otras carreras o ciclos de grado superior de FP cuyos alumnos desarrollan trabajos durante tres meses por los que no perciben ni un euro. Puedo hablar de ejemplos cercanos con jornadas de ocho horas, largos desplazamientos y nocturnidad; serán casos extraordinarios, pero en esas empresas el becario ocupa un puesto estructural y, ya digo, su única recompensa cuando termina es un “ya te llamaremos” que nunca ocurre.
Ha sido el popular cocinero Jordi Cruz quien ha encendido la polémica al defender las prácticas sin cobrar en grandes restaurantes y, al hilo de ella, si hay que pagar o no a los becarios. En algunos planes de estudio, las prácticas son una asignatura más y como tal tiene su valoración académica; queda al albur de las empresas, en su convenio con los centros, poner un salario. Lo que Jordi Cruz ha aireado es para tomarlo en cuenta porque revela algo frecuente: con el señuelo de dar una oportunidad, a los estudiantes se les explota y se cometen fraudes a los que también debería atender la Inspección de Trabajo. Son mano de obra barata, sumisa y nada problemática. Y esto pasa aquí y los centros educativos deberían estar más alerta.