Hace ya 40 años que Carl Sagan le reprochó a la comunidad científica, y con razón, que no dedicara parte de sus esfuerzos a combatir las pseudociencias, algo que los científicos no hacían por estar liados con sus cosas de científicos o, simplemente, por no meterse en líos. Han pasado los años y, aunque es cierto que la Ciencia, a través de sus asociaciones, sí que ha plantado cara a las supercherías perjudiciales para la salud -homeopatía, productos milagrosos (¿se acuerdan del reciente boom de las bayas de Goji? ¿Qué fue de ellas?), tratamientos mágicos de enfermedades, etcétera-, sigue sin hacer nada o muy poco contra un montón de sandeces que circulan por ahí, desde la ufología al feng shui (que no es arroz con algas ni nada parecido), pasando por los adivinos del futuro, los médiums,la telequinesis, las psicofonías y el creacionismo o su hermano mayor casi igual de tonto que él, el diseño inteligente.
Pero, curiosamente, hay una excepción: los científicos están disfrutando como gorrinos en un charco con la última soplapollez colectiva: la Tierra plana.
Por motivos que ignoramos, la creencia en esa teoría (que quizás algunos fomentaron en broma, pero que muchos otros se toman muy en serio) se ha extendido a lo bestia. En esencia -aunque hay varias versiones- consiste en que la Tierra es un disco con el Polo Norte en el centro y una barrera exterior de hielo que es lo que llamamos Antártida. Y no hay gravedad (sino inercia, porque la Tierra se mueve hacia arriba), y el Sol y la Luna están mucho más cerca, y alguna imbecilidad más que ahora no recuerdo. Lo más divertido es que sus teóricos aseguran que hay un complot para ocultar a la población que la Tierra es plana, y que todas las imágenes y testimonios de los astronautas son falsos. Una conspiración que no solo es mundial sino que dura ya 5.000 años, que fue cuando los griegos demostraron la esfericidad de la Tierra.
Y es por ello que los científicos se lo pasan tan bien, porque les resulta muy fácil desmontar tanta gilipolluá. Lo cual no quita para que vayamos a tener teoría de Tierra plana para mucho tiempo, porque los adeptos a este tipo de pseudociencia son como los tontos del refrán, que el camino se acaba pero ellos siguen. En este caso, supongo, hasta caerse por el borde de la Tierra.