la calle siempre ha sido un buen termómetro para medir las inquietudes y reivindicaciones de la ciudadanía. Manifestaciones y concentraciones se convocan por centenares cada año en Navarra, pero son muy pocas las que congregan a un número significativo de personas. Por ello, las masivas protestas de este jueves con motivo del Día Internacional de la Mujer tienen todavía más valor y han traído consigo la gran noticia de que la sociedad no está anestesiada. En los últimos tiempos se había empezado a extender como una pesada losa la preocupación por la falta de respuesta social a los múltiples retrocesos derivados de la puñetera crisis. Las mujeres ahora, como días atrás los pensionistas, han demostrado que hay ganas de salir a la calle y que existe capacidad para plantar cara a cualquier atropello, incluso por encima de convocatorias un tanto confusas como las que precedieron a este ya histórico 8-M. Ha sido una gran movilización que ha devuelto la alegría a miles de personas, como podía comprobarse ayer en cualquier tertulia.
En estas movilizaciones no han estado ni se les esperaba el PP -varios de sus dirigentes propusieron hacer huelga a la japonesa- ni UPN, que limitó su adhesión -sin el menor entusiasmo- a la marcha convocada por UGT y CCOO. Tampoco el cuatripartito y el PSN estuvieron muy finos. Pese a que su apoyo a la lucha por la igualdad de género fue explícito desde el minuto uno, no fueron capaces de consensuar una respuesta unitaria que hubiera contribuido si cabe a resolver algunas de las dudas que surgieron en torno a esta convocatoria de huelga, a la que el Gobierno de Navarra sí que dio su “apoyo inequívoco en toda su dimensión”.
Tras el éxito de la jornada del jueves, partidos políticos y sindicatos se equivocarían de plano si no escuchan el clamor de la calle, que dejó muy claro que le sobran ganas de reivindicación y de que es posible llevarlas a la práctica incluso sin ellos.