lrededor del 1 de mayo comenzaba el calendario de fiestas en la Cuenca. Parece que hubiera pasado un siglo... Era el momento esperado; el disparo del chupinazo que anticipaba un verano agitado de trasiego de aquí para allá, de no faltar a ningún pueblo cercano y de descubrir lo imprescindible de otros más alejados. La agenda arrancaba por Galar, Unciti y el barrio de San Jorge. Era como los partidos de pretemporada de un equipo de fútbol. Había noches tan largas que daban para hacer doblete. Ahí se iniciaba el periodo conocido como Navarra en fiestas, que abarcaba cinco meses, hasta concluir septiembre en todo lo alto, y exprimiendo la prórroga que concedía la primera mitad de octubre. Escribo de las fiestas no tanto con la nostalgia de la edad, que también, como con la pesadumbre de volver a dejar un segundo año en blanco por culpa del coronavirus.

Lo decía el martes el vicepresidente Javier Remírez con ese discurso de medias palabras instalado en la clase política y en particular en quienes deben tomar decisiones al hilo de las fluctuantes cifras de la pandemia. "Es francamente complicado que haya fiestas en verano". Y el alcalde Enrique Maya calcó ayer la frase en referencia a los Sanfermines. Yo más que "complicado" lo doy por imposible y creo que dejar abierta la mínima opción que alimente la ilusión -en particular de la gente joven- es un error que solo contribuye a seguir confundiendo a la población. Planear conciertos, corridas o otro tipo de entretenimientos controlados para celebrar en las tradicionales fechas festivas solo contribuirá a fomentar concentraciones que repitan el efecto negativo causado el pasado año por las llamadas no fiestas.

Asunto más importante es arbitrar ayudas a los sectores que encontraban en las fiestas patronales su fuente de ingresos; y no me refiero solo a la hostelería sino a los feriantes, las orquestas, los vendedores ambulantes, las ganaderías... Dos años sin actividad van a causar mucho daño. Estas gentes sí tienen un horizonte complicado. Las fiestas patronales, tarde o temprano, volverán en su fecha. Allá por mayo...

Dejar abierta la mínima opción de que puedan celebrase fiestas patronales es un error que solo contribuye a seguir confundiendo a la población