plasma el PSN por escrito que no investirá presidente a Esparza. La promesa colisiona con su praxis general en los últimos cuatro años, ciertamente, y podría entenderse como una cuestión de fe. Pero sin embargo tiene todas las lógicas programática y estratégica si se aboga por una Navarra eminentemente social e integradora de su diversidad, además de por el autogobierno fiscal y competencial que garantiza la pujanza de esta tierra pese a su reducida población en el contexto europeo. Esa apuesta declarativa del PSN sugiere el olvido de sus seculares complejos respecto a UPN -y por tanto de la tutela en sentido inverso que ha venido padeciendo-, pagados desde 2007 con el extravío del 40% del sufragio por no desalojar a la derecha de la Diputación con NaBai e IU. Para despejar ahora de la ecuación la hipótesis de restituir al regionalismo en el poder cuando éste lidera una entente de hierro con el PP más centralista y extremoso, así como con una formación como Ciudadanos que aboliría el Fuero a la menor ocasión. Más allá de las peculiaridades navarras, también concurren cambios sustanciales en el ecosistema socialista que favorecen el criterio autónomo del PSN. Para empezar, el acoso al sanchismo de la derecha mixta radicalizada por Vox -más tras privar al PSOE de su feudo andaluz- y concentrada por Esparza a la desesperada. Y para continuar, de acuerdo a la moción de censura contra una sigla condenada por corrupta, la empatía de la actual cúpula socialista con los partidos vasquistas y de izquierdas -singularmente el PNV y Unidos Podemos- que sustentan el Ejecutivo navarro. Desde la perspectiva más orgánica, el aparato del PSOE ya no lo dirige un maquiavélico como Blanco, pasto en 2007 de las añagazas de Sanz, y hoy la maquinaria de Ferraz la engrasa el milagrés Cerdán, candidato al Congreso por Navarra y testigo directo del maltrato de Barcina a Jiménez en aquel pírrico Gobierno sociorregionalista. A lo que añadir la pérdida de influencia en el PSOE de las federaciones más jacobinas y pactistas con Ciudadanos -léase la andaluza y la aragonesa-, acreditada en la negociación de las listas a las Cortes. Así que el PSN no tiene excusa para no protagonizar una gobernanza en clave de progreso y pluralidad. Si sus palabras se las volviera a llevar el viento, irá para los restos al limbo de las siglas en estado gaseoso. Sin remisión. Ni redención.