Hay días que me sorprendo a mí misma canturreando una canción que formó parte de la banda sonora de la pasada primavera, en esas tardes de aplausos, cuando te asomabas a la ventana cada tarde, entre la resignación y la tristeza, para sumarte a esa sensación de emoción contenida en días largos, imprevisibles y duros, que nos dejaron un poso que tardará en quitarse. "Volveremos a juntarnos, volveremos a brindar..." era un mensaje de optimismo y esperanza, un puente al futuro para acortar el inevitable presente. Mirar hacia adelante para encontrar la luz que entonces nos faltaba. Pero realmente nunca nos fuimos. Seguimos aquí. Por eso esa extraña sensación de estos días cuando tanto se habla de volver a donde siempre has estado. Porque el virus, este extraño y persistente virus, creo que no nos ha hecho mejores, ese mantra que también se repetía en los días del confinamiento. Creo que la buena gente lo sigue siendo y los que disfrutan con el mal ajeno lo hacen igualmente. El virus simplemente nos ha cambiado, nos ha transformado la vida, las relaciones, los trabajos. Ha puesto patas arriba nuestro modelo social, ha cuestionado nuestros pilares y está haciendo temblar aquello en lo que necesitamos apoyo firme. Y lo que era una sensación temporal va cogiendo la carga de la permanencia, de sentir que día a día la situación se recrudece y todos y todas vamos un poco a la deriva en un mar de datos, fácilmente manipulables y difíciles de explicar. Pero quienes realmente no se han ido ni un solo momento, sino que siguen en primera línea, son los y las sanitarios, los profesionales de la salud y los gestores de esta crisis sanitaria y social que apenas han tenido descanso, ni tregua y de quienes parece que nos hemos olvidado. Deberíamos parar un poco y mirar de nuevo aquello que es esencial para salir de todo esto, y digo esencial; mirar la fortaleza del sistema de salud y apoyarle en lo que nos toca, que no son aplausos, sino acciones, posturas individuales de responsabilidad y seguir las recomendaciones sanitarias, aunque algunas no las compartamos. El tema no es si nos confinan desde fuera, o que restricciones nos aplican, el tema es qué hacemos cada una para no llegar tan lejos, para no retroceder y volver a ese marzo, del que estos días parece que nunca nos fuimos.