Se sabía que el corte para entrar al Ayuntamiento de Iruña era un 5% del electorado y que la división de la izquierda podía tener consecuencias ante una derecha en bloque compacto. Y así ha sido, son 8.646 votos de la izquierda tirados a la papelera. En Pamplona 43.642 personas eligieron la coalición liderada por Maya frente a los 43.743 que votaron a alguna de las cuatro fuerzas del cuatripartito (EH Bildu, Geroa Bai, Podemos, Aranzadi e I-E -estas 3 sin representación-). ¡Por los pelos! Asiron consolida su liderazgo y consigue convencer nada menos que a 9.687 nuevos electores hasta rozar los 26.700. No es menos cierto que la unión de UPN, PP y Ciudadanos les ha beneficiado. Pero aún y todo si sumamos los votos de UPN, PP y Ciudadanos todavía Maya se lleva de propina 4.385 nuevos votantes. Es más de un tercio del voto (en el conjunto de Navarra es un 30,55%) para las derechas en la capital (40,58%): indiscutible, salvo en barrios como Casco Viejo, Rotxapea, Txantrea, Mendillorri o San Jorge (sin Buztintxuri), donde gana EH Bildu. UPN era la lista más votada en 2015 y ahora más. Otro tercio del voto es nacionalista, un 32,32%, y parece claro que el resto de formaciones de izquierdas no nacionalistas (incluyendo al PSN) fluctúan en el voto. Hasta ahí los datos. ¡Ah! y 5.000 nuevos votantes. ¿Claves? No las tengo. Seguramente la situación económica ha mejorado y la preocupación de los ciudadanos y ciudadanas es diferente. Está el efecto Sánchez, la desconfianza en izquierdas fragmentadas, la removilización del electorado de derechas (la campaña del miedo siempre da frutos; ya saben esos mensajes simples pero amenazantes de que vienen los vascos, han subido los impuestos a algunos y no tengo euskera para opositar...), el liderazgo de Uxue y solo Uxue (malos resultados de Geroa Bai salvo donde ostentan alcaldías). Sea como fuere será importante que muchos de los logros conseguidos no se destruyan por puro revanchismo. Que los avances de estos cuatro años en materias como igualdad, políticas sociales, vivienda, cultura o movilidad, siguiendo la estela de otras ciudades españolas y europeas, no se tiren por la borda. Si vamos a levantar Pío XII, revertir la amabilización, volver a castellanizar la ciudad, mirar hacia otro lado en la rehabilitación y en emergencia habitacional o vamos a volver a tener barrios de primera y de segunda, solo habremos retrocedido al pasado. La derecha tendrá que reinventarse. Los tiempos han cambiado y los retos en materia de sostenibilidad, reequilibrio territorial y justicia social lo son a nivel europeo. Y el equipo del cambio también tendrá que hacer autocrítica. Y saber si en más de una ocasión ha llegado más el run run de sus riñas y protagonismos que su trabajo.