Más de la mitad de los muertos por coronavirus pertenecen a geriátricos o asilos, y la Fiscalía investiga un total de 38 residencias, denuncias que van desde el abandono hasta el homicidio. Además de la vía penal ha abierto 124 expedientes en lo civil, causas que incluyen tanto a centros como a ancianos que viven en ellas. Demasiado tarde. Han tenido que morir más de 12.000 abuelos en residencias públicas, privadas o concertadas para darnos cuenta del insostenible modelo de atención a las personas mayores que tenemos en el Estado. Responsabilidad que atañe a las administraciones, viene de atrás y debería avergonzarnos como sociedad porque no hemos sabido defender a la personas más vulnerables. No hemos sabido protegerles.

La mayoría de residencias están gestionadas por empresas privadas, es decir, son un negocio, y dependen en cada autonomía de servicios sociales que no son responsables de la atención sanitaria de estas personas. Precisamente esta crisis ha dejado al descubierto esa falta de apoyo sanitario. Centros en los que muy pocos médicos los que tienen se han enfrentado a decenas de positivos o donde hermanas religiosas se han visto desbordadas por la capacidad de contagio del virus tal y como ha ocurrido en Aoiz o Tafalla.

Se han perdido casi dos meses. Los equipos de protección para atender el personal han llegado tarde (desde mascarillas hasta trajes pasando por guantes), las bajas de trabajadores se han precipitado y los test para todos usuarios y empleados han entrado con cuentagotas. Y mientras tanto, los ancianos, que han estado compartiendo a pelo comedor o baño cuando no habitación, han caído como moscas. El Gobierno foral ha intervenido un total de diez residencias. Demasiado tarde. En Elizondo la mitad de los residentes están infectados y 16 trabajadoras han dado positivo, datos que en realidad se conocen por las denuncias de los sindicatos. De otros centros ni siquiera han trascendido los datos.

De la Meca se conocía esta misma semana que 31 residentes asintomáticos también estaban contagiados, además de otros 56. Un panorama dantesco del que no se libra ninguna comunidad. Personas mayores que han muerto y mueren solas en hospitales o residencias. Y yo me pregunto, ¿quién va a querer ir a vivir a una residencia después de esta crisis?