Me enchufé al pleno que el Ayuntamiento de Pamplona celebraba el pasado jueves con el único objetivo de escuchar a la portavoz socialista Maite Esporrín (PSN) justificando su apoyo a las modificaciones presupuestarias de Navarra Suma. Todo mi gozo en un pozo porque fue el concejal Xabi Sagardoy quien dio lectura al acuerdo entre el Gobierno de España y UPN para aprobar la reforma laboral: "La reforma laboral es un compromiso ineludible del Partido Socialista, un bien superior, una respuesta al conjunto de la clase trabajadora ...". ¿Todo vale en el juego político? Siempre ha habido cambalaches pero tengo la impresión de que cada vez son más burdos. Votar en función de lo que pactan en Madrid resulta humillante. A más a más, ¿no pensaba señora Esporrín reprobar al alcalde aunque mintiera sobre los menores extranjeros, y esa decisión iba en el mismo paquete que el modelo de inversiones para la ciudad?

La portavoz socialista ya anunció previamente que ni Navarra Suma, ni UPN ni Maya merecían su apoyo pero sí "todos los trabajadores de este país que van a ver mejoradas sus condiciones laborales". Vamos que siempre hay un excusa para seguir siendo la muleta de UPN. Se negaron a negociar una alcaldía alternativa, apoyaron los presupuestos de Navarra Suma en 2021 y ahora avalan las modificaciones presupuestarias en Pamplona por valor de 27 millones. "No podemos dar más señales de lealtad", aseguraba Maite Esporrín antes de aprobar a la desesperada la reprobación de Maya por sus manifestaciones xenófobas. Si la estrategia que pretendía UPN no se cumple porque sus congresistas se la juegan, ¿en qué papel quedas tras haber apoyado unos objetivos presupuestarios que dices no compartir? Apenas una semana antes manifestaba sentirse con fuerzas para volver a ser candidata. No se si esta crisis le habrá hecho pensar en una alternativa real y seria de gobierno a la derecha. No como hasta ahora. Debería. Quedan todavía 18 meses de legislatura para trabajar en una apuesta de cambio de verdad. Iruña lo merece. Merece más viviendas en alquiler y soluciones a la emergencia habitacional. Merece barrios sin diferencias. Merece carriles bici y proyectos de movilidad valientes, unos servicios públicos de calidad, apoyo al euskera, energías limpias y apuesta por el reciclaje. Merece más.