El 20 de julio de 2011 Rodrigo Rato se dirigió desde su domicilio en una zona bien de Madrid a la sede de Bankia y posteriormente a la plaza de la Lealtad, sede de la Bolsa, donde con una copa de champán en una mano y el pulgar de la otra hacia arriba posaba sonriente momentos después del comienzo de la cotización de Bankia. Ayer su jornada laboral comenzó de manera muy distinta. Salió temprano de la cárcel de Soto del Real, donde cumple la condena de cuatro años y medio que le impuso el Supremo por las tarjetas black para acudir al juicio de la Audiencia Nacional por el escándalo de la salida a bolsa de la entidad. En el banquillo de los acusados se volvía a sentar el gran símbolo de la crisis financiera y económica española, el instrumento de la presión de los poderes económicos del Estado -incluido el Banco de España- para fusionar siete cajas de ahorros lastradas por múltiples y onerosos créditos tóxicos del ladrillo en una huida hacia adelante que los ciudadanos aún estamos pagando. Presionando hasta la extenuación a empleados y clientes para que participaran en el gran circo bursátil tras estafar a los inversores falseando los números de la entidad a base de artificios contables con el beneplácito de muchos de los organismos e instituciones implicados. El autor del milagro económico de Aznar sólo duraría un año más al frente del engendro. Se fue dejando atrás prácticas ilegales de la cúpula del ya banco y un agujero con el tiempo llegó a taparse con 24.000 millones de fondos públicos de los que el Estado recuperará, con suerte, sólo algo más de 9.000. Fue el gran fiasco del rescate financiero con dinero de todos los ciudadanos que alcanzó un total de 64.000 millones en todo el sector y necesitó el rescate de Europa. Con un descrédito social creciente hacia la banca tras los escándalos de las cláusulas suelo, las preferentes o las hipotecas este macroproceso que ayer se inició sólo pude concluir con penas ejemplarizantes y más garantías para devolver a los contribuyentes el rescate que se les exigió casi a punta de pistola.