lo hemos visto desde que arrancó la legislatura, pero la derecha se ha encargado de agudizarlo un poco más si cabe en los últimos días. Por si alguien tenía alguna duda, lo que nos espera desde ahora hasta la cita con las urnas en mayo es una sobredosis de crispación. Por ello, quizá lo más recomendable sea afrontar esta larguísima precampaña con la cabeza fría y mucho sentido del humor. También existe la opción de taparse los oídos y cerrar los ojos, pero mantenerse así los próximos seis meses resulta ciertamente incómodo. Por lo tanto, es preferible ir adaptándose al encharcado terreno de juego sobre el que la oposición quiere fiar sus bazas de volver al Palacio y saber que el camino para chapotear sobre el barrizal es variado. Sirve la calumnia, el cinismo, la provocación, la zancadilla... De esta forma, Esparza lo mismo tiene la desfachatez de acusar a Barkos de ir de la mano del carnicero de Mondragón, que reclama al Gobierno que devuelva a las madres el dinero que UPN, PSN y PP les quitaron, o llama mentirosa a la presidenta y censura contenidos de otros gobiernos de UPN que se han incorporado al programa Skolae. Todos estos frentes protagonizados por el dirigente regionalista son de esta misma semana. Si ampliamos el foco un poco más daría para escribir un manual sobre cómo emponzoñar la política que Ana Beltrán podría prologar. La literalidad de este cúmulo de exabruptos hace que el día a día de la política sea poco menos que insoportable. Pero también se le puede dar la vuelta tomándoselo a broma. Porque no me negarán que oír por boca de Esparza cosas como que el Palacio foral es una herriko taberna tiene su punto divertido. Y qué decir del PSN, hoy quinta fuerza que sigue hablando de presidir Navarra. ¿Puede explicar con qué votos? Porque no pretenderá que le apoyen las fuerzas del cambio, a las que acusa de imponer la dictadura y con las que no ha buscado el entendimiento. Pero, ¿quién sabe? Quizá esta estrategia del negacionismo de la realidad funcione, aunque de momento lo que ha conseguido es cohesionar todavía más al cuatripartito.