si en algo acostumbran a reincidir las derechas es en sostener estrategias electorales a base de invenciones, ocurrencias y burdas manipulaciones. Como en ocasiones las falacias se traducen en réditos en las urnas, algunos ya son unos mentirosos patalógicos. Lo hemos sufrido en Navarra durante toda la legislatura y lo acabamos de ver en la campaña electoral de las generales. Casado y Rivera han vociferado en estéreo que Sánchez es un peligro público porque “pacta con los independentistas y los batasunos”. ¡Qué más quisieran Puigdemont, Rufián y Otegi que esto fuera cierto! Pero no lo es. Simplemente se trata de una mentira zafia del estilo a las que Esparza y Beltrán han repetido desde 2015 en Navarra augurando la llegada del Apocalipsis. En España ya hemos comprobado que la mentira solo les ha servido para darse un estacazo, en el caso del PP, y para estar muy lejos de las expectativas, en el de Ciudadanos.

Prepárense los oídos para lo que vamos a escuchar en Navarra hasta el día 26 por boca de los socios de populares y naranjitos. Como no pueden hablar del PIB, que crece como un tiro y muy por encima de la media del Estado; ni del paro, que sigue bajando y se aproxima a los niveles previos a la crisis; ni de que se ha ordenado la tesorería de la Hacienda Foral, que UPN dejó con telarañas y sin fondos ni siquiera para pagar una nómina a los funcionarios; ni de que la reforma fiscal ha funcionado muy bien; ni de que vivimos en una sociedad un pelín más justa y solidaria, porque se redistribuye una parte de la riqueza con criterios de justicia social para que las 18.000 pensiones mínimas se acerquen al SMI, etc, etc, etc, tendrán que recurrir a la mentira con la esperanza de que cuele. Ya saben. Aquello de que Barkos quiere hacer desaparecer Navarra no sé si al estilo mago Copperfield. No se lo creen ni ellos pero cuando no se tiene nada mejor que ofrecer a la ciudadanía, la mentira es un recurso, aunque suele conducir al fracaso.