las elecciones generales celebradas ayer han cambiado el mapa político del Estado español, han supuesto un mensaje muy claro de la ciudadanía de rechazo taxativo al modelo ideológico y territorial que proponía la derecha y dibujan un escenario complicado pero al mismo tiempo viable para la gobernabilidad. La alta participación registrada en los comicios (75,79% en el Estado, en torno a un punto más en Navarra) debe interpretarse como una indiscutible reacción social en las urnas con el objetivo de frenar las propuestas cada vez más radicalizadas que ofrecían las formaciones de derecha, incluida la más ultra, Vox, que ha marcado el eje de sus discursos. En este sentido, ha quedado claro que ese modelo ha sido invalidado por la fuerza del voto, ya que UPN, PP, Ciudadanos y Vox no solo no logran sumar mayoría, sino que ni siquiera han crecido en número de sufragios, lo que significa que no han ilusionado a nadie. A este respecto, Navarra ha respondido con coherencia en favor de una amplia mayoría de votos las fuerzas progresistas y de izquierdas. En primer lugar, porque esas derechas -la coalición Navarra Suma que impulsa Esparza con PP y Ciudadanos- han quedado muy lejos de las expectativas e incluso han retrocedido en miles de votos, lo que debería llevar a UPN a una profunda reflexión. Pero también por el indiscutible liderazgo de las fuerzas nacionalistas en territorios como la CAV o Catalunya, que crecen significativamente en número de votos en un escenario complicado como son siempre unas elecciones generales y con la continua apelación al denominado voto útil a los partidos de ámbito estatal, que en Navarra, en concreto, ha primado los resultados del PSN-PSOE. Las victorias del PNV y de ERC y los buenos resultados de EH Bildu y JxCat fijan un Congreso con un importante avance y presencia de fuerzas nacionalistas, lo que supone el dibujo de un modelo territorial claramente alternativo al de las fuerzas reaccionarias y recentralizadoras, más plural, abierto y plurinacional. Sánchez, claramente vencedor de las elecciones, no puede obviar esta realidad, pese a los cantos de sirena que sin duda le llegarán para que pacte con Ciudadanos, situado en el bloque derrotado en las urnas. El líder socialista tiene el reto de asentar ese modelo y de resolver el conflicto territorial que demanda la ciudadanía, para lo que deberá buscar puntos de encuentro mediante diálogo y acuerdos.